Nocturna

viernes, 18 de septiembre de 2009

La lluvia enmascara los sonidos, los mismos que en estos tiempos traen el horror. Ese horror nunca antes conocido por el hombre, que pretende pasar por cotidiano e instalarse en nuestras vidas. Algo a lo que ella nunca creería que podría llegar a acostumbrarse.

Ella se encontraba enroscada en su manta, dentro de la bañera de mármol, tratando de dormir. Pero no lo conseguía. Es difícil para los seres humanos enfrentarse a lo desconocido, mucho más si es algo que escapa a la ciencia, a la religión o a cualquier tipo de razonamiento. Ella sólo tenía clara una cosa...

No quería morir.

Durante el día el panorama era desolador, pero por las noches aún era peor, mucho peor. A los típicos sonidos que nunca prestamos atención había que añadir los mordiscos, los gritos, los alaridos en mitad de la calle de algún infeliz al que habían encontrado, o el sonido de ellos alimentándose de cualquier presa.

Ella se dio la vuelta con la vana esperanza de conciliar el sueño. Necesitaba dormir, hacía mucho que no lo hacía en condiciones, ni mucho menos durante 4 horas seguidas. De repente escuchó el familiar sonido de las llaves en la puerta, no podía creérselo, al fin, alguien había vuelto. Se levantó con tanta prisa que se golpeó el hombro con el grifo de la bañera, maldiciendo entre dientes salió del baño y cruzó el pasillo hacia la puerta con la esperanza de ver a su padre, a su madre, o quizá a su hermano pequeño? Quizá fuera a él a quien más deseara volver a ver en el mundo. Estaba a punto de girar la esquina del recibidor cuando abrió los ojos y vio la pared de la bañera forrada con mantas.

Una vez más su imaginación y la tensión de la situación volvieron a jugarle una mala pasada. ¿Qué habría sido de su familia? ¿Volvería a verlos con vida algún día o se volvería loca en la soledad de su casa? Todos estos pensamientos atravesaban su cerebro a toda velocidad, a veces era tan fuerte la sensación de impotencia, de desesperación, que llegaba a paralizarse. Se quedaba inmóvil sin poder hacer nada, esperando algo que consiguiera liberarla, que consiguiera romper esa sensación y devolverle algo de la vida que una vez tuvo.

Es curioso como el ser humano aprecia de verdad lo que tenía solamente cuando lo ha perdido. O más aún, reparamos en las cosas triviales de la vida y aprendemos a valorarlas en su justa medida sólo cuando no podemos hacerlas. Ella no volvería a ver a su familia nunca más, y esa idea la martirizaba en todo momento, pero era justo durante las interminables noches cuando esos momentos se hacían eternos.

Y entre sollozos volvió a darse la vuelta e intentó dormirse de nuevo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

He empezado a leer tu historia, al principio creía que era como Kyle XY, por el tema de la bañera, pero después todo quedó más claro... zombies? mmm, debí imaginarme algo así... por un momento llegué a pensar que podías llegar a escribir algo realista... seguiré leyendo.