Antecedentes

sábado, 26 de diciembre de 2009


Jon era un hombre encantador. No sólo la había acogido sin reparos y había confiado ciegamente en una mujer armada, sino que le había abierto las puertas de su refugio y no contento con eso le había preparado un manjar digno de otros días más felices y algo menos sombríos. Calíope meditaba sobre ello mientras él había ido en busca de una botella de vino. En aquel momento se prometió a sí misma disfrutar del día y de la compañía.

- Bueno, ya estoy aquí. No he tardado mucho, no?- preguntó con una sonrisa en los labios, mientras descorchaba una botella de vino blanco bien fría. - No, has sido bastante rápido!- corroboró ella y rieron los dos. Jon sirvió las copas y propuso un brindis. - Por la supervivencia.- dijo solemne sin dejar de mirarla a los ojos. - Por la supervivencia.- Respondió ella manteniéndole la mirada. El vino era bastante bueno y frío entraba mucho mejor. Comenzaron con los entrantes y Jon le preguntó por su historia, de dónde venía, qué le había pasado y qué quería hacer. Calíope le contó a grandes rasgos su aventura sin entrar en demasiado detalle. Tuvo cuidado de omitir lo de los misteriosos hombres encapuchados y lo de sus perseguidores. No tenía muy claro por qué lo había hecho pero en su fuero interno pensó que no debía preocupar a Jon con sus miedos y sospechas. Tampoco mencionó a su hermano ni a su familia. De eso Jon se dio perfecta cuenta, pero a él tampoco le resultaba sencillo hablar de ese tema.

Los dos disfrutaron de la comida como en mucho tiempo no hacían. Jon trajo el primero: aguacates rellenos de langostinos con salsa rosa. Eso sorprendió a Calíope y lo felicitó por sus habilidades culinarias. Jon respondió sonrojándose y le restó importancia alegando que eran muy fáciles de hacer. De segundo había descongelado dos entrecottes que fueron ávidamente devorados por los dos, hechos a la plancha junto con su guarnición de patatas y de pimientos verdes todo regado con un buen vino tinto reserva. Cuando Calíope encontró el momento le hizo a él las mismas preguntas.

- Pues verás. Yo era bombero. No te rías, es en serio. Y el día que todo se vino abajo estaba trabajando. Sabes que durante unas horas las noticias eran confusas como unos días antes cuando empezaron a aparecer casos en Africa y comenzaron a sucederse los contagios. Ya no recuerdo dónde fue la primera llamada de ese día. Al ocurrir todo tan de repente el teléfono de emergencias se colapsó en poco tiempo. Nosotros no sabíamos que llamadas atender ya que todas era igual de graves. Muchos de mis compañeros dejaron el servicio y se fueron a sus casas o a los lugares de trabajo de sus parejas, esposas, ... El caos se apoderó de la ciudad peor que en cualquier otro escenario para el que nos hubieran preparado. Accidentes. Muertos. Zombies corriendo por las calles persiguiendo a personas que en breves instantes dejarían de serlo. Saqueos. Robos. Nos centramos en los incendios más grandes para tratar de evitar que se extendieran por la ciudad y toda se viera envuelta en llamas. Pronto nos dimos cuenta de que la situación se había desbordado y de que el resto de servicios de emergencia no daban a basto. Como bombero he visto muchas cosas en mi vida, cosas horribles: en incendios, en accidentes,... Pero lo de ese día aún me persigue por las noches. Unos cuantos y yo conseguimos terminar nuestro turno a duras penas. Caían como moscas. Durante un momento estabas hablando con un policía por la radio y en cuestión de segundos ya no había nadie al otro lado. Sólo se oían gritos y alaridos al otro lado de la radio. Nuestra central está apartada de núcleos urbanos aunque con buena combinación por carretera y eso retrasó que llegaran a la base. Al acabar nuestro turno (no me preguntes porque lo terminamos y no abandonamos nuestros puestos como hicieron los demás para ir con nuestras familias porque no tengo una explicación) cada uno trató de encontrar a su familia. En mi caso sólo tenía a mi hija, Sara. Y cuando conseguí llegar a la guardería ya era demasiado tarde.- A Jon se le nublaron los ojos de lágrimas. Paró su relato y se levantó para ir al baño. - Disculpa Cali, aún lo tengo muy reciente.- Susurró mientras se marchaba del comedor.

Calíope se sintió conmovida por el relato de Jon. Y afligida. No tenía que haberle preguntado o él tendría que haber esquivado esa parte del relato. Se dijo que cuando volviera no le preguntaría más. Hablarían de cualquier otra cosa.

Cuando Jon regresó terminaron de comer y se pasaron la tarde hablando de sus trabajos antes de la infección, de los planes que tenían para el futuro antes de la infección y de anécdotas graciosas de sus trabajos. Como si no hubiera pasado absolutamente nada. Continuaron bebiendo un whiskey añejo que tenía Jon reservado y una botella de ron que le pidió Calíope. Los dos disfrutaron de la tarde jugando divertidos a las cartas y a los dados y apenas se dieron cuenta de que la noche se cernía sobre la ciudad de nuevo.

2 comentarios:

seeyouinthenextlife dijo...

Me he puesto cachondo!!!.

Anónimo dijo...

aguacates!!! y ahora... a dormir la mona!!