Llegada

domingo, 11 de octubre de 2009


Tap, tap, tap, sonaban sus pisadas solitarias contra el asfalto. Atrás, en el lado derecho de la carretera acababa de dejar otra urbanización, al contrario que la suya esta era de edificios altos y repletos de personas o de cadáveres o de infectados ya no sé podía saber a estas alturas. A su izquierda y por debajo del nivel de la vía se alzaba un pequeño centro comercial: un gimnasio, un par de restaurantes de comida rápida, una tienda cara de juguetes, un supermercado y el fastuoso concesionario de coches de una marca japonesa venida a menos, claro como si eso le importara ahora. Ni rastro de vida humana. Sí que veía a lo lejos a alguno de esos seres deambulando sin rumbo aparente por los parkings del centro comercial, pero ellos desde tanta distancia no repararon en ella.

Continuó corriendo hasta que encaró la bajada de la carretera, la cual terminaba por fin en el principio de la ciudad. Llegó a lo que tuvo que ser el puesto de mando de la evacuación por esa salida de la ciudad. Habían varios vehículos militares formando una especie de embudo por el que se suponía que debería haber pasado la gente, ordenadamente, sin prisas pero sin pausas. Varios de ellos se encontraban volcados, y otros incendiados. Sin duda el caos también pasó por aquí. Era curioso porque no había rastro de aquellos seres tampoco, era como si se hubieran marchado a otra parte seguramente a buscar alimento donde todavía no se hubiera acabado. Ese pensamiento le hizo recordar que tenía hambre, que estaba cansada, y que la ciudad sería un sitio mucho más peligroso que cualquier otro por la alta concentración de personas que vivían allí. Tenía que ir con pies de plomo, evitar ser vista, oída, olfateada, o cómo sea que ellos te detectaran. Más aún sin perder la perspectiva tenía que ser pragmática, era buena pensando rápido y su capacidad de análisis también rayaba a un buen nivel, eso la ayudaría sin duda, pero tenía que tener clara una cosa por encima de cualquier otra, no podía permitirse cometer ningún error, no podía caer en una emboscada o en algún sitio del que no hubiera salida o fuera una trampa. Tenía que extremar las precauciones si quería sobrevivir.

Una vez sorteado el punto de control había una gran rotonda con una fuente. En otra ocasión se hubiera refrescado, incluso puede que se hubiera dado un baño, pero el agua roja, estancada, no invitaba a hacer nada que no fuera salir de allí corriendo. Continuó por una avenida principal que si la seguía la llevaría directamente al centro de la ciudad, ya no corría, ahora sólo se desplazaba entre los árboles, quedándose quieta de vez en cuando observando cualquier movimiento a su alrededor, tratando de oír alguna amenaza.

La única cosa positiva que se le ocurría de todo lo que había sucedido era que el mundo se había transformado de la noche a la mañana en un hipermercado monstruoso donde podías coger lo que te diera la gana. Había recogido hacía unos quinientos metros del cadáver inerte de un soldado mutilado una mochila de campaña, de las del ejército, llevaba algunas raciones lo cual era una buena noticia. Se deshizo de todo lo que no necesitaba y ocupaba un espacio valioso, arrojándolo en un arbusto. Había avanzado bastante cuando vio uno de los letreros que andaba buscando. La cruz verde fluorescente. Se encontraba delante de la primera farmacia que había visto desde que entró en la ciudad. Las puertas automáticas de cristal yacían esparcidas por el hall de la farmacia hechas añicos. Hace tiempo alguien debió lanzar una papelera metálica contra ellas para poder entrar. Albergaba la esperanza de que no la hubieran saqueado del todo y pudiera encontrar algunas cosas que necesitaba, empuñó la escopeta con las dos manos y se dispuso a entrar.

Había llegado la hora de ir de compras.

2 comentarios:

Espigol dijo...

La verdad es que creo que esta muchacha ha cumplido con lo de "De Guatemala a Guatepeor". Porque como bien ha analizado ella, se encuentra en una ciudad dónde había más gente y seguramente dónde hay más infectados. A todo esto, ¿cómo detectan las criaturas a los humanos no infectados?

Me huele muy muy mal lo de la farmacia. Creo que no va a encontrar nada bueno ahí dentro...

PD-Siempre que las fuerzas militares o la policía intenta hacerse cargo de las aglomeraciones de masas, acaban por fastidiarla más. Basta con salir en coche por Valencia un día de lluvia. Parece que realidad y ficción acaban siendo uno siempre. Aunque sea en este tipo de detalles.

Anónimo dijo...

Me duele ver: "echas añicos" a tres líneas del final, ¿no debería ir con 'h'?