Rainy

sábado, 14 de noviembre de 2009


Abrió la ventana de la galería. Había comenzado a llover. La noche era cerrada. A continuación encendió el calentador usando un par de cerillas que había encontrado en la mesa auxiliar de la cocina. Con paso decidido se encerró en el baño principal dispuesta a darse un generoso baño. Había todo lo necesario. Usó sales que había en un estante para preparar un baño caliente. Se tumbó tratando de relajarse y se puso una toalla caliente en la nuca. Su mente comenzó a procesar todo lo acaecido los últimos días.

Todo había ocurrido demasiado deprisa. Casi sin tiempo de asimilar todos los acontecimientos se había visto obligada a sobrevivir en un mundo que no reconocía. Primero la recomendación y posterior prohibición de salir de casa. Ella se había quedado en casa ya que libraba un par de días seguidos. A su madre todo la pilló trabajando en el hospital y decidió quedarse para ayudar en lo posible. Y su padre, dada la particular profesión de este, si seguía estando en su lugar de trabajo tenía esperanzas de que se encontrara a salvo. El peor parado había sido su hermano. En paradero desconocido desde que empezó todo, cuando apareció infectado en la puerta de casa no pudo hacer otra cosa que encerrarlo y salir corriendo. Tenía que haber una cura, alguien tendría que estar trabajando en ello. La humanidad no podía destruirse de la noche a la mañana.

Vació la bañera y se puso de pie . Abrió el grifo de la ducha, se aclaró y comenzó a enjabonarse de nuevo. Su piel tersa y suave no ofrecía resistencia. Su cuerpo estaba relajado, su alma seguía tensa. Comenzó a extrañar a Tina. Sus manos, sus besos, su cuerpo, hubiera dado cualquier cosa por tenerla allí en ese momento. Comenzó a enjabonarse el pelo al mismo tiempo que las lágrimas comenzaron a surcarle las mejillas. Jamás se lo perdonaría. Habían roto un par de semanas antes del primer caso y desde entonces no había vuelto a saber nada de ella. Sus pensamientos mientras esperaba en su casa la llegada de algún familiar habían sido para su familia e inconscientemente la había apartado de sus pensamientos. Sin embargo ahora como estaba, vulnerable, sola y destrozada, cada pensamiento, cada recuerdo que le venía a la mente era una punzada directa a su corazón. La echaba tanto de menos.

Cuando cerró el grifo de la ducha dejó de llorar. Tenía que rehacerse, tenía que seguir luchando. No podía dejar que la pena la embargara de nuevo. Terminó de secarse y fue a la cocina. Tenía mucha hambre. No se había dado cuenta hasta ese momento que no había comido nada en muchas horas ya. Preparó una cena frugal. Gastó las latas que el anciano tenía abiertas en la nevera, descartó el fiambre, y aprovechó el pan duro que encontró en la panera y algo de fruta bastante madura. Se bebió el zumo cenando, y dejó la leche para el final con unas galletas que encontró en un bote.

Una de las cosas que había aprendido es que tenía que anticiparse y prever los posibles riesgos y las situaciones complicadas. Tenía que estar preparada y lista para cualquier contingencia. Así que antes de irse a la cama tenía que preparar la mochila. Registró superficialmente la casa y encontró algunas cosas que le serían de utilidad: cerillas, pilas para la linterna, una afilada navaja, una toalla limpia de mano, un par de velas, un mechero y algunas latas de comida fueron su botín. No había ropa para ella en la casa aunque la moda había dejado de ser una de sus prioridades.

Estaba demasiado cansada para pensar en nada más. Recogió la mochila y la escopeta y se dirigió a la habitación que estaba al lado del baño principal. Apoyó la escopeta y la mochila al lado de la cama. Se desvistió, se metió en la cama y arrebujándose con las sábanas se quedó profundamente dormida.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, mis sospechas quedaron confirmadas: Tina es nombre de chica ^_^